Noticia 30-11-2021 7:50 AM
Alguien dijo: “DESDE EL RESPETO MUTUO, EL SER HUMANO HA DE SER CAPAZ DE EXPLORAR SUS PROPIOS LIMITES. TODO LO QUE SIGNIFIQUE AVANZAR, SUMAR, CONSTRUIR, ES LEGITIMO Y DESEABLE. DEBERIA, DE HECHO, SER EL UN OBJETIVO VITAL GENERAL SI QUEREMOS SOBREVIVIR COMO ESPECIE.“
Al otro extremo de la anterior cita está el “Intervencionismo”. Se puede (aunque no se deba) intervenir en el mercado para crear un marco seguro donde la oferta y la demanda no sea una jungla donde gana el más fuerte, y defender al más débil de la cadena, o sea el consumidor.
Pero el intervencionismo desaforado, es el que interviene de igual manera en el mercado que en la vida privada de las personas. Pero que además las intervenciones en el mercado le sale “el tiro por la culata”, consiguiendo el efecto contrario. Además de la repulsa de las empresas, la repulsa del consumidor que ve como las empresas repercuten en el precio de venta los gastos resultantes del intervencionismo.
A estas alturas del artículo seguro que ya saben que les estoy hablando de nuestro ministerio de consumo. Dicho ministerio, lleva tiempo dedicándose a intervenir tanto en el ámbito empresarial como en las vidas de todo ciudadano de a pie.
Empecemos por el final. Y es que actualmente el consumidor (que no es tonto ni ignorante) escoge muy bien donde va a gastarse el dinero, ya sea por el precio, la calidad o la atención al cliente. Y diría que mucho más cuando se trata de escoger una entidad financiera.
Hay que tener en cuenta que en la actual vorágine de ofertas de créditos, hipotecas, regalos etc. que ofrecen las entidades financieras, el servicio que prestan a sus clientes es un concepto de gran peso a la hora de decidirse por escoger una de ellas en detrimento del resto, o por el contrario abandonar la actual para irse a la competencia.
Si como el ministerio intenta regular, se obliga a que todas las entidades financieras tengan un estándar de atención al cliente (perdón, a la clientela, que hay que utilizar lenguaje con perspectiva de género), va a conseguir dos cuestiones. Por un lado que ese punto diferencial entre una u otra entidad se disuelva, y también que una vez más el coste que supondrá la adaptación a eses estándar volverá a recaer en el usuario.
Son muchas y polémicas las actuaciones de ese ministerio, del cual no nombro a su ministro, porque ustedes ya saben quien es y han sufrido sus “ocurrencias”, que enumero algunas:
-Publicidad de alimentos y bebidas
-Consumo de carne
-El “semáforo” para el jamón
-Casas de apuestas
Su forma de actuar no consiste en fomentar ciertas prácticas, sino en restringir los comportamientos de la población.
Claro está que dentro de los comportamientos de la población no se encuentra él que no “protesta” al pertenecer a la “casta” que tanto odiaba su partido.
O es que ya se nos ha olvidado lo de su boda??. Las hemerotecas están para eso para recordarle a cada uno su pasado, y confrontarlo con lo que ahora pretende intervenir. Él y sus invitados de un menú de 300€ por persona, comiendo carne de ternera (que según sus palabras es lo que más contamina y mas agua gasta), pero criticando los bocadillos de las abuelas a sus nietos.
Lo dicho, ¿Donde quedó aquello tan progre de “Prohibido Prohibir”?
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